El loto surge de lo profundo del fango. Una raíz, un tubérculo, comestible en Asia, con una apariencia desagradable, y un sabor a mi gusto no apetecible y unos agujeros en toda su extensión que estéticamente muestra en lo que se transformará esta raíz. Nutriéndose de los minerales de la tierra, el oxígeno del agua con humedad en el lodo, la raíz se va transformando lentamente en la flor más representativa del budismo, la flor de loto. El loto, con esa belleza flotante, dando una sensación de paz a los lugares en los que se encuentra y para nuestro medio, una flor exótica que además de su belleza para occidente no significa mayor cosa.
Sin embargo, una de las analogías del florecer del ser humano, en su crecimiento interior y la capacidad de comprenderse a sí mismo para explorar su conciencia y la conciencia universal es la de la flor de loto. Precisamente por esta explicación anterior, donde una flor hermosa en su máximo esplendor, surge desde lo profundo del agua, atravesando fango, humedad, subiendo y creciendo, encontrando una serie de dificultades, que finalmente valen la pena para convertirse en esa flor de más de 8 pétalos, que muestra la belleza de la naturaleza con esa característica efímera y momentánea: nos demuestra la realidad sobre la impermanencia de los fenómenos del universo.
Aunque las flores en general, son la representación de la impermanencia, particularmente el loto nos representa a cada uno de nosotros, con nuestras dificultades y nuestro florecimiento, con nuestros retos y nuestras sombras, con nuestro lado oscuro y nuestra luz, con nuestro máximo potencial y nuestra capacidad de crear o destruir, sabiendo que dentro de nosotros mismos se contiene absolutamente todo para florecer y renacer si así lo deseamos. Lo único que necesitamos es ser conscientes y “darnos cuenta” que estamos en el proceso, porque a pesar de haber recorrido un camino, las pruebas venideras, simplemente nos hacen más capaces y nos permiten conocernos a nosotros mismos, a los únicos que podemos realmente conocer. De eso se trata esta tarea de estar en la experiencia humana, conectar con lo que realmente somos, en nuestro propio momento presente. No hay ningún lugar a donde llegar, ni ningún estado que debamos alcanzar, solo existen los segundos que trascurren mientras recorremos estas palabras que simplemente son ideas de algo que ya vive dentro de cada uno.
Uno de los mantras más poderosos del Budismo Mahayana (el del Dalai Lama) es el Om Mani Padme Hum. Escrito en sánscrito, este mantra es llamado la joya de la flor de loto. Las sílabas nos conectan con la facultad a purificar y la facultad que debemos cultivar.
Sílaba | Purifica | Cultiva |
Om | Ego/orgullo | Sabiduría |
Ma | Celos/lujuria | Compasión |
Ni | Pasión/deseos | Cuerpo, mente, lenguaje |
Pad | Ignorancia/prejuicio | Ecuanimidad |
Me | Soberbia/posesividad | Felicidad |
Hum | Agresividad/enojo | Calidad de la Compasión |
Repetir este mantra en momentos de dificultad o sufrimiento es de gran utilidad, y el sonido contenido en esa uno de sus sílabas nos ayudará a purificar los aspectos de la personalidad que son impedimentos para lograr evolucionar y conectarnos con la bondad que reside en cada uno. Estas facultades, deben empezar con nosotros mismos, y con bondad hacia nuestro propio camino, donde así como el loto, venimos a trabajar y recorrer nuestro camino, surgiendo con un entendimiento desde lo profundo de la conciencia y el fango, para recorrer un camino que nos lleva hasta la superficie, esa luz que buscamos como seres consciente en busca de sentido de una vida que nos permita comprender cada una de las experiencias. La única formar de no seguir incurriendo en los mismos patrones del pasado, es comprender a través de herramientas de la luz de la consciencia que nos permitan recorrer el camino de una forma diferente, pero el camino, como el del loto, desde el fondo hasta la superficie, debe ser transitado.
Así que por eso, cada vez que nos enfrentemos con nuestras dificultades o situaciones que nos generan sufrimiento, podemos tomar la compresión profunda y recordar con bondad amorosa que sin lodo no hay loto.
Foto:
Selfie en el Parque Sobre el Agua (天津水上公园 Tiānjīn shuǐshàng gōngyuán). Julio 2016
2 respuestas a “Sin lodo, no hay loto”